Buen vivir

Llevo toda la vida intentando salvarme de los salvadores. A ver, me parece bien que cada uno salve lo que quiera, pero ¡hombre! que no nos salven a los demás. De pequeño por narices había que salvar el alma y ahora, de mayor, hay que salvar el cuerpo. Una cosa es cuidarse un poquito y otra es soportar el integrismo sanitario y el tiquismiquis dietético con los colecteroles, el tabaco, el alcohol, las grasas, los trigricéridos, transaminasas, hipertensión y demás asteriscos que te pone la maquinita de los análisis, señalando descaradamente, con una más que evidente mala educación. Es muy loable morirse sano, pero fijo que te mueres.

Ni bio, ni L. casei inmunitas, ni demás mariconadas bióticas. El puesto que ha regentado Nico durante muchos años, en el Mercado de Abastos de Guareña, es un homenaje al buen vivir, sin complejos ni flautas. Aquí siempre se han vendido las más exquisitas conservas, anchoas de Santoña, berenjenas de Almagro, aceitunas aliñadas, estupendos quesos manchegos, la deliciosa Torta de la Serena (El mejor queso de oveja del mundo) y el más sofisticado embutido elaborado con tecnología punta milenaria. Maravillosos jamones de Jerez de los Caballeros o Montánchez, chorizos de Monteporrino, lomos en vela de Monesterio, salchichón cular de Fregenal, morcilla mondonga y la refinada morcilla patatera.

Hay veces en las que te tienes que cabrear con el maldito progreso.