Últimos dias... dése prisa.

Una de las cosas que más me llamaron la atención cuando llegué al mundo de la fotografía digital fue la cuestión del ruido. No es que sea un defensor del ruido que puede ser muy molesto en muchas ocasiones, pero tampoco comparto el prurito de muchos fotógrafos por el. Denostado, vilipendiado hasta el punto de despreciar una buena fotografía por esa mera cuestión. Ignoro si eso partió de los afortunados que poseen una réflex de altas prestaciones con un megasensor y una óptica cojonuda y por lo mismo son los únicos capacitados para hacer fotos, que se pongan como se pongan también meten ruido en condiciones de poca luz. Y me sorprendió, porque cualquiera que haya tirado película de emulsión fotográfica sabe que, a sensibilidades altas y no digamos si forzamos la película por encima del valor nominal, el grano aumenta exponencialmente. Era un efecto normal y asumido. Es más, a veces era buscado porque produce un efecto estético particular. Si observais las fotos deportivas o de fotoperiodismo nocturnas de hace veinte años, todas, TODAS, tienen grano como dice Ángel en un comentario, o ruido que se diría ahora.
En los años noventa, Kodak saco al mercado una película revolucionaria: la T-Max 100 y 400. Era revolucionaria porque se revelaba exáctamente por el mismo procedimiento que una película de color, el C-41.
He tirado mucha T-Max 400 forzada a 1600 ASA e incluso a 3200 y le tengo cariño a esa textura tan particular que tenía. Esta foto está tirada a 200 ISO, pero reproduce con el Silver Efex Pro exáctamente el resultado de dicha película forzada a 800 ASA.
Os dejo la original también, deliberadamente subexpuesta -2EV.